Como construir sociedades by Unknown

Como construir sociedades by Unknown

autor:Unknown
La lengua: spa
Format: epub
editor: Pontificia Universidad Javeriana
publicado: 2015-04-02T00:00:00+00:00


Cosa 8: Las constituciones pertenecen al género literario de las escrituras de anticipación. Recurren a la herejía y la visión del futuro para corregir el rumbo de los legados y estructuras ortodoxas

Byron, Mary Wollstonecraft, su hija Mary Shelley que inventó a Frakenstein y con ellos Thomas Paine, Olaudah Equiano o Francisco de Miranda fueron herejes respecto de la ortodoxia política y literaria de su tiempo. Pero no contribuyeron a destruirla sino, antes bien, a corregirla.

Escolio 1. ¿Qué retornó en junio de 1815, y desde dónde, cuando en la Villa Diodati, cerca del lago Ginebra en Suiza, se reunieron Lord Byron, Percy Shelley, Mary Wollstonecraft Shelley y John Polidori para intentar capturar en palabras el sentimiento de un juicio y una rebelión que adviene, esta vez sí, final? Cuando Byron terminó su poema Darkness, su contribución a la noche gótica en julio de 1816, el título se refería tanto a la oscuridad del cielo causada por la erupción del volcán Tambora en Indonesia —que para entonces ya había destrozado cosechas y causado hambrunas hasta el norte de América— como a la cadena de eventos reiterados una y otra vez en la historia, incluyendo la esclavitud, el miedo y la deshumanización de la vida y el trabajo como resultado de la extensión del uso de las máquinas y medios monetarios a los más diversos aspectos de la vida social.

Apenas unos años atrás, el 27 de febrero de 1812, Byron había pronunciado en la Cámara de los Lores un discurso en contra de la ley que buscaba la pena de muerte para los luditas, trabajadores abandonados al precariato como resultado de la mecanización creciente, quienes solían protestar en contra de su vida precaria, cercana a la esclavitud, destruyendo las máquinas que en su opinión les habían transformado en barro dócil en las manos de los poderosos. Byron y los luditas percibían tales instrumentos como bien poco diferentes del owba coocoo, el coco, que era el nombre dado por los africanos al horrendo barco de esclavos que les llevaba del oeste de África hasta las plantaciones de las Américas y el Caribe desde las cuales se exportaban los frutos de su labor, principalmente el azúcar, el tabaco, la plata y el oro, para enriquecer a los financistas de Génova y Florencia, Antwerp y Ámsterdam, y la City de Londres. "Ustedes les llaman populacho”, reclamó Byron a sus co-parlamentarios, "desesperados, peligrosos e ignorantes, y piensan que la única manera de acallar a esta bestia —belua multorum capitum — consiste en cortar algunas de sus superfluas cabezas”. 21

La violencia que describía Byron en el Parlamento británico del siglo diecinueve no es muy diferente de la cual se ha acusado a corporaciones como la British Petroleum o Chiquita Brand en la Colombia del siglo veinte: consentir en o bien pagar a otros, los paramilitares colombianos por ejemplo, para cortar algunas cabezas del movimiento sindical colombiano en el entendido de que así lograrían acallar sus reivindicaciones, o aumentar sus márgenes de ganancia.

Estas corporaciones —y como ellas, aquellas otras



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